El médico es un ser privilegia do por Dios,cuyo manto divino baña de sabiduría su alma y espíritu; cuya meta primordial es consolar y aliviar los males que aquejan a sus enfermos, con dedicación, constancia y esmero restableciendo su salud, preciado tesoro y derecho universal del ser humano.
El médico es un ser revolucionario por naturaleza, líder nato de su comunidad y luchador social incansable, presto a repudiar las injusticias y desmanes en contra de los más débiles y desamparados, los excluidos de un eficiente sistema de salud con acceso a los medicamentos y estudios clínicos especializados de alta tecnología.
No todos son mercantilistas, mercenarios y peseteros, la mayoría tenemos mística de trabajo, sensibilidad humana y vocación de servicio, que vemos en la medicina un apóstolo, para mitigar el dolor y sufrimiento de nuestros semejantes. La gran mayoría no somos hipócritas, como muchos revolucionarios que se tildan de socialistas y viven en la opulencia, en lujosas mansiones con camionetas de último modelo, trajeados con finas prendas de afamados diseñadores y relojes de marca. Opíparos de frecuentar restaurantes en el este de la capital, zona exclusiva de gente pudiente, donde degustan exquisitos manjares y delicateses digno de reyes y príncipes, embriagándose con champaña y whisky 18 años. Además de veranear en el extranjero con gastos pagos, disfrutando de paradisiacos y exóticos lugares. Este es el revolucionario de un estado capitalista, semejante hipocresía.
Publicado en El Nuevo Coro Hoy, 28 de Noviembre del 2007.
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