Rotundamente no, los delincuentes de alta peligrosidad no se regeneran. La miseria en que viven nuestros barrios son el caldo de cultivo para delinquir, aunado a la pérdida de valores éticos y morales, no inculcados en el núcleo familiar, donde el niño crece sin la imagen paterna, que lo oriente y lo eduque con los valores de respeto, solidaridad, fraternidad y amor por los semejantes. Siendo la madre quien tiene que buscar el sustento de sus hijos, quedando abandonados a merced de las drogas, prostitución y el hampa, iniciándose en la delincuencia cometiendo todo tipo de crímenes, ganando el respeto de los otros delincuentes a medida que su larga cadena de homicidios crece y aunado a esto si cae en las cárceles venezolanas donde no existe las condiciones mínimas ni hay un programa efectivo para reeducar los y insertarlos a la sociedad. Lamentable mente ésta es la triste realidad.
Publicado en El Universal 28 de Noviembre 2009.
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