miércoles, 9 de junio de 2010

MEDICATURA RURAL

Era la semana aniversario de la fundación del pequeño y pintoresco pueblo rural ubicado a orillas del mar Caribe, con una extensa costa de varios kilómetros de longitud, donde se observa navegar los grandes buques petroleros y las pequeñas embarcaciones pesqueras; pueblo de pescadores de contextura fuerte y piel morena bronceada por el sol.  
Los habitantes celebraban frenética mente en la plaza principal de la población, libando bebidas alcohólicas; ya caía las sombras de la  noche, los conjuntos musicales y grupos de danza hacían su presentación, las personas bailaban al son de la música. Los borrachos desaliñados, impertinentes, con un lenguaje soez, algunos agresivos, deambulaban por las calles; ya se había presentado varias riñas y altercados, solventados por los policías que protegían a los ciudadanos y sus bienes materiales.
Ya en horas de la madrugada, irrumpen un grupo de personas a las puertas de la vieja medicatura, algunos bajo los efectos del licor, otros alucinando por el consumo de estupefacientes; agrediendo a los médicos de guardia, quienes intentaban desesperada mente atender un paciente mayor cardiópata con un edema agudo de pulmón. Agresión que se manifestaba con empujones e improperios, amenazas de muerte, que ponen en riesgo la integridad física del personal médico. 
Las autoridades del orden público brillaban por su ausencia. Mujeres y hombres, ebrios y drogados dañaban el inmueble, destrozado puertas, ventanas y equipo médicos, las enfermeras gritaban y lloraban presa del pánico y el terror. Había una histeria colectiva, los galenos al ver esta situación  y estar en peligro su vida, optaron por abandonar el recinto hospitalario. Sin antes denunciar a las autoridades competente de esta ir regularidad.
Esta situación es consecuencia de la descomposición ético y moral, y la pérdida de los valores de nuestra sociedad. Y el consumo desmedido de bebidas alcohólicas y drogas que incitan a delinquir.

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