La guerra contra el hampa común y organizada, la estamos perdiendo debido a las políticas erradas de prevención y represión del delito. Mientras no resolvamos el problema de la miseria, el hambre, la pobreza extrema, los desajustes y des igualdades sociales, las drogas, el abuso del alcohol, la prostitución; caldo de cultivo que genera violencia e incrementa la criminalidad. No podemos implementar una política efectiva contra la delincuencia. Sino depuramos los cuerpos policiales de agentes corruptos, que cometen delitos de toda índole y abuso de poder en contra de los ciudadanos violentando sus derechos humanos y cometiendo crímenes de lesa humanidad.
Debemos combatir la impunidad, necesitamos fiscales del ministerio público y jueces honestos, incorruptibles, probos, que impartan justicia y condenen con todo el peso de la ley a tanto delicuentes que deambulan libre a lo largo y ancho de este país.
Las cárceles son verdaderas escuelas para delinquir, repletas de despojos humanos, donde reina el hacinamiento, la prosmicuidad, las drogas, el tráfico de armas, los guardias y custodios corruptos, las bandas de delincuentes de alta peligrosidad que luchan por el control del penal cometiendo homicidios atroces bajo la mirada impune de las autoridades.
No hay una política eficaz de reeducación del delincuente, que al salir de la cárcel se re inserte a la sociedad y sea un hombre útil, al contrario reincide en el delito, cometiendo crímenes, asesinando a personas inocentes, estudiantes, hombres trabajadores, padres de familia, dejando huérfanos a sus pequeños hijos.
Es por eso que debemos combatir la impunidad, la injusticia, la miseria, las drogas, la paternidad irresponsable, la delincuencia juvenil; los policías, fiscales y jueces corruptos, las cárceles como depósitos de despojos humanos, son algunas de las causas del incremento de la crimalidad y nos está llevando a perder la guerra contra el hampa.
Debemos combatir la impunidad, necesitamos fiscales del ministerio público y jueces honestos, incorruptibles, probos, que impartan justicia y condenen con todo el peso de la ley a tanto delicuentes que deambulan libre a lo largo y ancho de este país.
Las cárceles son verdaderas escuelas para delinquir, repletas de despojos humanos, donde reina el hacinamiento, la prosmicuidad, las drogas, el tráfico de armas, los guardias y custodios corruptos, las bandas de delincuentes de alta peligrosidad que luchan por el control del penal cometiendo homicidios atroces bajo la mirada impune de las autoridades.
No hay una política eficaz de reeducación del delincuente, que al salir de la cárcel se re inserte a la sociedad y sea un hombre útil, al contrario reincide en el delito, cometiendo crímenes, asesinando a personas inocentes, estudiantes, hombres trabajadores, padres de familia, dejando huérfanos a sus pequeños hijos.
Es por eso que debemos combatir la impunidad, la injusticia, la miseria, las drogas, la paternidad irresponsable, la delincuencia juvenil; los policías, fiscales y jueces corruptos, las cárceles como depósitos de despojos humanos, son algunas de las causas del incremento de la crimalidad y nos está llevando a perder la guerra contra el hampa.
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