miércoles, 20 de abril de 2011

DAVID





David abrió los ojos en medio de la oscuridad, pero logró divisar por uno de los agujeros del techo de paja, el resplandor de las estrellas que cubrían el cielo con un lienzo de luz. Los gallos comenzaron a cantar y las gallinas cacareando y picoteando en busca del alimento para sus polluelos, los pajarillos trinaban una hermosa melodía al pie de un frondoso árbol y ya los rayos bondadosos del sol caían sobre la majestuosa serranía.
Al lado de David se escuchaba los ronquidos de María, su mujer, que esta tendida en el catre cubriendo su desnudez con una sábana blanca. La hamaca de Joseíto se balanceaba despacio entre dos vigas de madera.
David escuchaba extasiado el soplar de la brisa y cerró los ojos para recordar cuando pequeño, junto a sus hermanos, correteaban en el maizal y jugueteaban con el espantapájaros, todas las mañanas recogían las mazorcas, con las cuales su madre le preparaba esas sabrosas arepas peladas que tanto le gustaba con queso y natillas. Eran muy pobres y vivían en una humilde choza parecida a la que él estaba ocupando en estos momentos.
_ Ya está listo el desayuno, mi amor._
La dulce voz de María, borró de su mente esos gratos recuerdos, volviéndolo a la realidad para reflexionar lo duro de la vida del campo, desasistencia por parte del gobierno y el completo abandono del medio rural. La falta de escuelas, agua potable, luz, cloacas, alumbrado público, vías de penetración tan importantes para transportar sus cosechas a las diferentes capitales del país y así evitar las cuantiosas pérdidas que ocurren todos los años al no poder sacar sus productos.
Y de las grandes roscas que monopolizan el mercado nacional, obligando a vender a precios miserables.
_  ¡Deja de pensar tanto! _ Exclama su mujer. Termina el desayuno de una buena vez._
_ Esta decidido María, nos iremos mañana para la capital a probar fortuna. _
_ ¡Tú estás loco! _ Y dejar lo poco que tenemos y que tanto sacrificio y esfuerzo nos ha costado en la vida. 
_ ¿Qué tenemos mujer ?_ No tenemos nada.
_ ¡Gua!_ Que va ser pues, las tierras.
_ Esas no valen nada. Y con tantos inconvenientes en cultivarlas, falta de maquinarias, fertilizantes y riego. Para que después se pierda la cosecha y tener que dársela a los cochinos.
_ No María. Agarra tus macundales y mañana mismo estaremos en Caracas.
David no durmió en toda la noche, soñando en lo maravilloso de la capital, donde tendría todo tipo de lujo y comodidades. Buscaría un buen trabajo y viviría en una zona residencial con todos los servicios. Joseíto
  





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