viernes, 31 de diciembre de 2010

EL PENAL





En el penal estaban recluidos unos novecientos presos que vivían en las condiciones más deplorables de hacinamiento y promiscuidad. La planta física fue diseñada para albergar a quinientas personas y ésta no daba abasto a la gran cantidad de reclusos, donde no existían los más mínimo requerimientos sanitarios para garantizar las más elementales condiciones de vida y mantener la dignidad del hombre y lograr así su regeneración, para hacerlos útiles a la sociedad. Estaba dividida en varias secciones dependiendo el delito cometido, de la gravedad del mismo y la peligrosidad del delincuente.
Pero las peticiones y protestas de los reclusos no eran oídas y no se hacia nada por mejorar esa situación, pues el penal era dirigido por un hombre sanguinario y brutal, de aspecto grotesco, figura rechoncha; que alardeaba a los cuatro vientos su fortaleza y rudeza, llevaba siempre consigo ceñida a la cintura una pistola calibre cuarenta y cinco, para intimidad a las personas y abusando de su autoridad.
Sometía sádicas torturas y salvajes castigos a los reclusos, los golpeaba ferozmente sin misericordia.
Un día cuando llovía a cántaros, las calles se anegaban y el agua irrumpía libremente en las casas sin poder contenerla, las personas chapaleaban y los automóviles navegaban por los caudalosos ríos que se formaban por las largas avenidas y autopistas.
Wilfredo alias el torturador así llamado por los presidiarios; se disponía a supervisar las instalaciones que habían sufrido daños por el fuerte aguacero.
Esa mañana hubo enfrentamiento armado entre los efectivos de la guardia y los detenidos, quienes se armaron con chuzos u otros objetos punzantes sometiendo a los oficiales y apoderándose del penal, tomando como rehén a Wilfredo para exigir sus demandas ante las autoridades competentes,
para un mejor nivel de vida y denunciar las crueldades y maltrato a que eran sometidos.
Aquel hombre rudo, fuerte, autoritario, temblaba de miedo, lloraba desesperada mente, sus lágrimas inundaban sus mejillas, gemía e imploraba a sus plagiarios, que le perdonarán la vida y no le hicieran ningún daño.
Aquella aureola de grandeza se había desvanecido, detrás de esa coraza se escondía un ser débil, cobarde que no le importaba arrastrarse y perder su dignidad con tal de salvar su vida.

jueves, 30 de diciembre de 2010

MEFISTO

 Mefisto, era un hombre cruel y sanguinario, quién vestía con un traje oscuro, sombrero de ala ancha, largos bigotes negros que le cubrían los labios; de vocabulario obsceno y corazón de piedra; llevaba siempre consigo un largo fuete que golpeaba fuertemente contra sus muslos.
Vivía en una mansión al norte de la ciudad, de dos plantas y un hermoso jardín. A su vez era dueño de una finca de café,la cual explotaba y obtenía cuantiosas ganancias; alrededor se encontraba pequeños conucos cultivados por humildes labriegos, que trabajaban bajo su servicio y eran explotados vilmente; despojándolos de su cosecha, pagándoselas a un miserable precio.Además era el propietario del único abasto que se encontraba a cien kilómetros a la redonda; donde los obreros se veían obligados a comprar sus comestibles a costos elevados, dejándolos practica mente sin un centavo.
Era una persona muy soberbia y orgullosa, pasaba largas horas vana gloriando sus riquezas     (trajes, joyas, dinero, etc), ingenio y poder; su vida transcurría en un ocio constante, sin hacer nada de importancia, pues era perezoso y poco diligente.
Despreciaba a Dios y a los hombres, miraba a los demás con arrogancia y desafío, esperando que éstos lo adularán.
Un día cuando se disponía a tomar el desayuno, uno de sus criados derramó accidental mente el café sobre sus ropas, empapándole el pantalón y las botas, fue tanta la ira e indignación que golpeó brutalmente al pobre infeliz, obligándolo a arrodillarse ante él, para que limpiara sus zapatos, con humillación y desprecio.
Esa noche, comió y bebió hasta la saciedad, con grosería y voracidad, engulliendo los más exquisitos y refinados manjares, bebiendo un excelente vino hasta llegar a la embriaguez total, perdiendo la razón, enloqueciendo, muriéndose de envidia y deseo de poseer la mujer de Manuel su capataz.
Salió apresuradamente de su casa, montando en un brioso alazán dirigiéndose a todo galope hacía los galpones, donde dormían sus peones; encontrando a Judit echada en su lecho, semi desnuda. Era una mujer morena de veintiún años, cabellos negros, recogidos delicada mente y sujetos por una trenza de color rojo, con unos ojos verdes, cutis terso y esbelta figura.
De una patada derriba la puerta y se abalanza sobre ella desgarrándole la dormilona y besándola salvaje mente, de pronto un certero machetazo corta su delgado cuello y su cabeza rueda por el suelo, tras de ella un río de sangre.

FILEMÓN

Filemón, era un hombre espigado, delgado y huesudo, algo avejentado por los años, cabellos grises, escasos y lisos, barba negra y abundante, aunque su edad oscilaba entre los 35 y 40 años, había envejecido prematuramente. vestía pantalones negros y guayabera blanca tirando ya amarillo, zapatos de goma roe idos por el tiempo; se le veía con frecuencia en la plaza Falcón; en los bolsillos no le faltaba unos cuantos cigarrillos y un cuarto de ron.
Hace años atrás era una persona feliz, vivía con su esposa y su pequeño hijo; tenía un empleo estable que le permitía vivir, no con lujo pero si decentemente. El alcohol y el juego lo destruyeron, apostando todo su dinero a los caballos, terminales, gallos,bolas criollas; frecuentan do garitos clandestinos provistos de ruletas, mesas de billar, participaba en partidas de dados, póker y bridge.
Todas las noches llegaba borracho, golpeando y maltratando a su mujer e hijo, insultándolos y vejándolos. La vida al lado de él era insoportable y decidierón abandonarlo.
Había perdido su trabajo por haber cometido un desfalco en la compañía donde trabajaba, obligado a cometer ese delito por deudas de juego. El dinero fue repuesto con sus prestaciones sociales  y no paro a la cárcel, porque el dueño de la empresa era su compadre y conocía a su esposa e hijo, y no hacerlos pasar una vergüenza.
Quedo en la calle deambulando, se dedico a vender terminales, no le iba tan mal, pero todo el dinero ganado lo apostaba y perdía, en muchas oportunidades fue puesto preso por terminal ero. Los miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo remataba a los caballos e igual que los terminales apostaba y perdía.
Ya ni se preocupaba por su persona, no se aseaba, las ropas sucias y harapientas, los ojos y la piel ya con un tinte ictérico, su vaho era insoportable, su aspecto era desagradable. Las noches transcurrían frías, era presa de la soledad, dormía en cualquier sitio de la ciudad.
Un día amaneció muerto en una calle de Santa Ana de Coro, solo y abandonado, sin un amigo, ni nadie que en los últimos momentos de su vida, lo hubiese visto expirar su último aliento.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

EL IMPOSTOR

 
En las tinieblas de la noche se escuchaban los alaridos de los espíritus malignos y demonios que vagaban por todos los confines de la tierra en busca de las almas perversas para someterlas a sus designios, engrosando así las filas de la legión del mal, obligándolos a cometer los crímenes más crueles, atroces y repugnantes.
En la ciudad del Vaticano. El padre Damian conocía la profecía referida a la venida de anticristo contenida en ese viejo libro que se encontraba en el sótano de palacio,en sus páginas amarillas casi destruidas por el tiempo, rezaba lo siguiente: La llegada del Papa número doscientos sesenta y siete será negro y el siguiente Pontífice será el anticristo, que gobernará la iglesia católica desde la ciudad eterna para causar estragos y males a la humanidad.
El sabía que al morir el Papa la profecía se cumpliría y la única forma de detenerla era sustituirlo por otra persona con  idénticos rasgos físicos, que cumpliera todos sus deberes pastorales como cabeza de la Iglesia Católica sin levantar ninguna sospecha. 
De lo contrario el mundo quedaría al merced de lucifer. Lo único que perseguía era darle tiempo a la humanidad para que se arrepintieran de todos sus pecados y así ascendieran al reino de los cielos para tener vida eterna.

martes, 28 de diciembre de 2010

ESTRATEGIA



Crisanto Alvarado, era un joven médico con una vasta formación científica, técnica y humanista egresado de una naciente universidad con un pensum académico muy innovador, rompiendo los cánones de una medicina vieja eminente mente curativa hacia una medicina nueva, preventiva dirigida a la familia y la comunidad, siguiendo el slogan de la organización mundial de la salud. "Salud  para todos en el año 2.000".
Comenzaba su año rural y en su corazón albergaba la esperanza de ejercer una medicina noble y digna tan ansiada por todo ser humano.
En su primer día como médico rural se presenta una epidemia de gastroenteritis, enfermedad mortal que estaba diezmado a los niños menores de 2 años, con una alta morbi-mortalidad; en su mente no podía concebir la idea de una muerte tan absurda, la de un niño.
Llevando de inmediato una política de saneamiento ambiental y una efectiva educación sanitaria, para mejorar las condiciones de salubridad y así elevar el nivel de vida de la comunidad.
Convencido estaba de que las enfermedades infecciosas eran producto de la pobreza, miseria, hambre, necesidades y desajustes sociales; donde los gobernantes de turno anteponían sus intereses personales por encimas de los interés del pueblo, sumergiéndolo en la pobreza extrema, en la desnutrición, siendo presa fácil de las enfermedades infecciosas.
Mientras los gobernantes no desechen de su corazón el egoísmo y el afán desmedido de poder, y no prevalezca el amor, la fraternidad y solidaridad entre los hombres, no podremos construir un mundo mejor, más justo  y humano.

lunes, 27 de diciembre de 2010

HAZAÑA DE UN JOVEN ESTUDIANTE DE MEDICINA



En el año de 1.870, en una región de los andes peruanos, específicamente en la localidad de Oroya, existía una rara enfermedad que venía diezmando a la población andina. Los nativos de esa comarca la denominaban "verruga del Perú", pues ésta se manifestaba en forma de una erupción verrugosa sangrante de aspecto variable acompañada de estado febril intermitente.
A consecuencia de la gran cantidad de muertes y del número aun mayor de personas lisiadas, se nombró en Lima una delegación para investigar las verdaderas causas de esta enfermedad y así delinear un tratamiento eficaz.
Pero fue en 1.885 cuando Daniel Alcidez Carrión estudiante de la facultad de medicina de San Fernando de Lima, junto con sus compañeros de estudio, realizaron una serie de experiencias. Persuadiendo a uno de ellos logro que éste le inoculara en la piel un líquido sanguino purulento proveniente de una erupción verrugosa.
Al cabo de varios días observó detenidamente la evolución clínica de la enfermedad, el período de incubación, los síntomas y signos.
Llegando a la conclusión que el agente causal de la fiebre de Oroya y la verruga peruana eran el mismo, pues se pensaba que ambos padecimientos eran de etiología diferente.
Gracias al sacrificio de este insigne estudiante se salvan hoy cientos de vidas.
Daniel Alcidez Carrión, en plena flor de la vida murió como un mártir en pro del avance de la ciencia médica, digno ejemplo de valentía y abnegación por sus semejantes.

domingo, 26 de diciembre de 2010

ÉL TAMBIÉN VIÓ LA LUZ



Cuando la estrella de Belén apareció en el firmamento, la hora de cumplirse la profecía había llegado, prediciendo la venida del hijo de Dios nuestro salvador, como estaba escrito en el Antiguo Testamento.
A fin de emprender el viaje Melchor, Gaspar y Baltasar se reunieron en el viejo edificio de la hermandad de los magos, denominados los adoradores del fuego; ya que este representaba la pureza, la luz y la verdad, elementos que deben prevalecer en nuestras almas para el regocijo de Jehová.
Ya planifican do la ruta hacia Bethlehem de Judea para darle la bienvenida al nuevo rey de los judíos; en un rincón del salón se encontraba un humilde sirviente, quien oía con asombró el relato de los tres reyes magos sobre el nacimiento del mesías y como darían con él siguiendo el resplandor, que guiaría sus pasos la estrella de David y de los regalos costosos que le ofrecerían, oro, incienso y mirra.
El pobre hombre pensó en seguir también la estrella y recibir al niño Jesús, pero reflexionan do un poco se preguntó: - ¿ Qué le regalaré ? - Soy tan miserable y no tengo nada que ofrecerle. Eso no importa se dijo Dios es grande, bondadoso y misericordioso. -
Así siguiendo las huellas de los Reyes Magos y la estrella llegó al pesebre donde estaba el niño, María y José; después que Gaspar, Melchor y Baltasar ofrecieran sus presentes, el modesto criado regaló su corazón lleno de amor, lo único que poseía, pero lo más grande para el creador.

jueves, 23 de diciembre de 2010

HAZAÑA DE ANTONIO RICAURTE


Era el año de 1.814, en el Valle de San Mateo; donde Antonio Ricaurte y un grupo de patriotas en cuyos corazones generosos e inmaculados, palpitaba el amor a la patria. Este conglomerado de valientes custodiaba la Casa Alta del Ingenio propiedad del Libertador Simón Bolívar; lugar estratégico para la defensa del suelo patrio y en cuyo interior las fuerzas de Bolívar guardaban sus armamentos y municiones.
Boves organiza un ejército de siete mil hombres; arremetiendo ferozmente contra los patriotas y entablando una sangrienta batalla que se prolongó durante horas; las bayonetas ensangrentadas blandían en el aire y se escuchaba las interminables detonaciones de las carabinas y el rugir de los cañones esparciendo por todo el valle una espesa neblina de humo. En el fragor de la lucha los muertos y los heridos teñían de sangre el campo de batalla.
Viendo Ricaurte que el enemigo se disponía a adueñarse de la fortificación, ordenó desalojar a los soldados y heridos que ocupaban la edificación, y tomando su pistola de un certero balazo hizo explotar toda la pólvora, muriendo él y los realistas que habían rodeado en ese mismo instante la Casa Alta del Ingenio. Sacrificando así su vida heroicamente en pro de la independencia de la patria.

domingo, 12 de diciembre de 2010

CLAUSTROFOBÍA


En la larga cola de personas, que se agolpaban a las puertas del ascensor, esperando turno para ser llevados a sus destinos.
Un hombre delgado, de unos treinta años de edad, se veía angustiado, nervioso, pálido, sudoroso, las manos le temblaban y a medida que avanzaba la fila su nerviosísmo se acrecentaba. Hablaba con sus compañeros de espera, para controlar sus nervios, pero le era imposible. Sus palabras casi entrecortadas, tartamudeaba, balbuceaba, no coordinaba sus pensamientos, práctica mente era presa del pánico y el terror. La sola idea de permanecer encerrado en esas cuatro paredes de metal le aterraba, sentir que la respiración se le cortara por la falta de aire. Las personas apiñándose a su alrededor, percibir el contacto de sus cuerpos. El pequeño espacio del ascenso que le impedía desplazarse, sentirse aprisionado y el calor que se transmitía de persona a persona era sofocante, ese vaho desagradable que se encerraba en esa pequeña caja de metal, era asfixiante. Ese miedo cuando quedó en frente del ascensor, que en ese instante descendía, para tomar su carga; la luz verde se encendió indicando su llegada, abriendo intempestivamente sus puertas.
Espera un momento, está petrificado, inmóvil, las piernas flaquean, ya práctica mente no lo sostiene.
El de atrás le da un pequeño empujo para que inicie la marcha. Entra y se acomoda cerca de la puerta. Observa con ojos desorbitados, que todos los demás aborden. La ascensorista oprime el botón para emprender la partida y se oye un grito estrepitoso, creando una gran confusión. El hombre gritaba desesperada mente, pedía, imploraba que detuvierán el ascensor, aba lanzándose sobre la ascensorista y oprimiendo todos los botones del tablero de control.
- ¡ Saquen me de aquí ! - Me falta aire, no puedo respirar.-
Golpeaba con furia las puertas, creando una histeria colectiva. -
El ascensor se balanceaba por los movimientos bruscos de las personas, abriéndose las puertas en el piso inmediata mente superior, saliendo el hombre a toda prisa abandonando el aparato.

LA INFIEL



La orquesta da inicio a la fiesta con un sabroso merengue; las parejas se aglomeran en el centro de la pista dándole rienda suelta a las calderas y piernas, que se instalan en movimientos giratorios al son danzante de la pieza de baile.
En torno a la pista los mesones de madera cubiertos por manteles blancos; gastados de tanto usarlos, lavarlos y planchar los. Las botellas de whisky repartidas equitativa mente a lo largo de las mismas, con sus respectivas sodas. A cada extremo dos hiele ras con sus tenazas y una variedad de pasa palos servidos en platos plásticos: tequeños, halla quitas, pastelitos, bolitas de carne, pizzas,  etc. Las sillas de metal ocupadas por hombres sobriamente trajeados y mujeres elegante mente vestidas que charlan, ríen, fuman y beben.
Ya los efectos del alcohol son evidentes; los invitados se tornan torpes, vacilan tes, tambalean tes. Una mujer está sentada en medio de dos hombres, conversando,riendo a carcajadas,ella se levanta tomando de la mano derecha al que está a su izquierda, dirigiéndose a la pista para bailar un bolero; le pasa los brazos alrededor del cuello susurrándole al oído palabras de amor; él la sujeta por la cintura apretándola contra su pecho; mientras el otro ya ebrio toma un sorbo de su trago y observa fijamente a los dos que comienzan a menear las caderas. Terminado el set salen de la fiesta y se encaminan hacia el auto de ella, arrancando velozmente por la autopista al cabo de media hora aparcan en un paraje solitario. La luna alumbra con su luz tenue y en el interior el hombre besa apasionadamente el cuello terso de la mujer, acariciando suavemente uno de sus senos que sobre salen del escote largo del vestido; a la par ella baja presurosa mente su pantaleta azul dejando al descubierto esa gran flor color carne y carmesí. Recogiendo con su lengua ese néctar oleaginoso que fluye libremente entre sus piernas. En medio del frenesí se oyó la explosión seca de un disparo, el plomo caliente atraviesa los cuerpos fusionados salpicando de sangre fresca el parabrisas.

sábado, 11 de diciembre de 2010

LA REBELIÓN




Y Dios creo a los ángeles a su imagen y semejanza, en una atmósfera de jubilo, alegría y regocijo. Envueltos en un manto divino, dotados de gracia celestial. Seres perfectos e inmortales, que están por encima de los hombres y no sometidos a las penalidades, miserias, angustias y desventuras.
Espíritus, inmaculados, puros e independientes al servicio de la justicia y de la libertad, aptos para escoger el camino del bien y del mal, de resolver, crear y ejecutar al pie de la letra las obras del santo padre.
El fin primordial de su creación es para que lo honren, alaben y bendigan perpetua mente, ejecuten sus órdenes aquí en la tierra y entren en relación con los hombres.
Los dividió en tres jerarquías  y cada una de ellas en tres coros. La jerarquía superior la constituyen los serafines, querubines y tronos; la segunda las denominaciones, virtudes y potestades y la última los principados, arcángeles y ángeles.
- Pregunta Luzbel el más bello y perfecto de los ángeles -
- Señor, se que piensas crear al hombre a tu imagen y semblanza, y more en la tierra, te honre y alabe, cumpliendo tus mandamientos, preceptos y enseñanzas. Dotándolo de libertad, para elegir entre el bien y el mal, en pocas palabras el libre albedrío. -
- Porque no hacemos mi señor, que carezcan de toda voluntad y así evitaremos que entren en pecado mortal, haciendo lo que tú ordenes como si fueran marionetas.
- Me extraña que el más sabio y versado de mis ángeles, me haga tal proposición, si privo al hombre de toda libertad, vendrán siendo poco menos que mis esclavos y ese no es el fin de su creación.
- Pues me revelo contra ti y lucharé con todas mis fuerzas para conseguir tu trono, ya que no es un secreto para nadie que deseo gobernar el cielo y la tierra. -
- Entonces por des obediencia, serás desterrado junto con tus seguidores a las profundidad es del infierno, príncipe de las tinieblas, esa será tu nueva morada. -

domingo, 5 de diciembre de 2010

PERVERSIÓN


Todo comenzó en la habitación de un hotel, donde Catalina quedó en verse con Jorge, un extraño que había conocido apenas unos días atrás en una fiesta en casa de Luisa, su compañera de estudio de la universidad.
Jorge era un muchacho alto, atlético, cabellos negros ensortijados, ojos pardos de mirada profunda. Ese día llevaba un traje negro con camisa azul claro, y Catalina una rubia despampanante lucía un vestido rojo escarlata con un escote atrevido, que ponía al descubierto sus dos hermosos pechos.
Ya comenzaba a impacientar se, encendió un cigarrillo que extrajo de su cartera. Y entre bocanadas de humo esperaba la llegada de Jorge, haciendo menos monótona la espera.
De pronto escucha tocar la puerta, abre el cerrojo y observa que Jorge lleva una botella de champagne y dos copas. Lo invita a pasar, él descolcha la botella y le sirve un trago, disculpándose por su tardanza.
- Tuve un compromiso, por tal motivo mi retraso. -
- No te preocupes. Lo importante es que estás aquí conmigo en este instante. -
Lo que a él siempre le intrigo de Catalina, era su forma de vestir, permanentemente llevaba trajes manga largas, estuvo muchas veces tentado a preguntarle. Pero hoy se daría respuesta a su incógnita.
Dejaron las copas en la mesita de noche. Y se dirigieron a la cama, abrazándose y besándose ardiente mente, él bajaba lentamente su vestido mientras acariciaba delicada mente uno de sus senos, en medio del gozo y del placer, consumidos en la llama ardiente del amor, no notó las cicatrices de sus brazos.
Quedándose dormido por un instante, rendido por la ardua labor.
Despertando con asombro y ve como Catalina corta uno de sus brazos, la sangre manaba profusamente y teñía de rojo la sábana.
Veía como su compañera gozaba de placer, infringiéndose cortes en su piel.
E hizo que Jorge se le herviera la sangre, como si se despertara en él, el instinto salvaje que todos llevamos, flagelándola brutalmente,en tanto ella se arrastraba por el suelo, haciéndola beber sus excrementos, gimiendo de gozo y de placer, mientras disfrutaba de aquella escena, logro un orgasmo que lo estremeció, por el simple hecho de haber realizado aquel acto sádico y repunnante.

jueves, 2 de diciembre de 2010

NECROFILIA

 
Yacía el cadáver en la mesa de disección, frío, inerte. Era una mujer joven de unos veinte años de edad, alta, cabellos negros largos hasta los hombros. Ojos azules con una mirada pérdida, su piel blanca azulada ya con un tinte cobrizo por los efectos de la descomposición, senos firmes y redondos adornados por carnosos pezones de un rosado intenso. Sus manos delgadas y cianóticas, las uñas en forma de vidrio de reloj. De vientre terso y robusto, anchas caderas, piernas bien torneadas y en medio de éstas su sexo tapízada por un aterciopelado vello pubiano.
Había muerto de una afección cardíaca tras largos años de convalecencia.
La morgue estaba recargada por una espesa neblina de formol, que irritaba los ojos, casi era imposible respirar aún con mascarilla.
En el recinto entraba un hombre de mediana estatura, encorvado, caquéxico, cabellos rubios, ojos desorbitados, barba rala, boca grande de donde pendía un hilillo de baba.
Veía con infinito agrado y deseo el cuerpo sin vida de la mujer, besando y acariciando sus pechos, manoseando y jugueteando con su vello genital, introduciendo sus dedos en el introito vaginal. Penetrándola, haciendo movimientos grotescos de vaivén, llegando al éxtasis total, emitiendo gemidos de placer, que llamó la atención de los empleados de la morgue, presenciando tan repugnante y desagradable espectáculo, observando como ese ser sin escrúpulos saciaba su sed de perversión.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

MOTIN


Afuera en las primeras horas del día a pleno sol; se ven grupos de hombres, hablando, charlando, conversando. No pasan de unos siete en número de cinco; dispersos en el patio de cemento, unos en cuclillas otros de pie. Dos guardias metra lleta en mano custodiaban la puerta de salida so pena de muerte para quién la atraviese. A ellos se une doce individuos provenientes del internado judicial de la capital, hombres corpulentos, rudos, toscos, de piel áspera y oscura, manos sucias y callosas. Ambos bandos se repliegan en actitud como de agresión. Dan las doce y uno de los guardias indica la hora del almuerzo.
El ronroneo de la muchedumbre que retumbaba el reducido comedor del penal; en donde los reclusos se aglomeraban bandeja en mano propinando se puños y empellones tratando de penetrar en la fila de personas apoyadas al mostrador de la pequeña ventana que daba a la cocina. En medio del alboroto un hombre ( de pantalón blue jeans, camisa a cuadros manga corta ) se lleva la mano a la cintura, sacando a la vista de todos un enorme chuzo de acero; el cual clava repetidas veces a la altura del pecho de su oponente; cayendo inerte sangrando a borbollones, para luego rematarlo en el suelo de una certera puñalada en el hoyuelo de la garganta. Enfureciendo a los que se encontraban ahí produciendose un sangriento enfrentamiento por el control interno del penal. Los guardias a peinillasos desplegaban a los presos mientras los cadáveres yacian en un charco de sangre.