domingo, 5 de diciembre de 2010

PERVERSIÓN


Todo comenzó en la habitación de un hotel, donde Catalina quedó en verse con Jorge, un extraño que había conocido apenas unos días atrás en una fiesta en casa de Luisa, su compañera de estudio de la universidad.
Jorge era un muchacho alto, atlético, cabellos negros ensortijados, ojos pardos de mirada profunda. Ese día llevaba un traje negro con camisa azul claro, y Catalina una rubia despampanante lucía un vestido rojo escarlata con un escote atrevido, que ponía al descubierto sus dos hermosos pechos.
Ya comenzaba a impacientar se, encendió un cigarrillo que extrajo de su cartera. Y entre bocanadas de humo esperaba la llegada de Jorge, haciendo menos monótona la espera.
De pronto escucha tocar la puerta, abre el cerrojo y observa que Jorge lleva una botella de champagne y dos copas. Lo invita a pasar, él descolcha la botella y le sirve un trago, disculpándose por su tardanza.
- Tuve un compromiso, por tal motivo mi retraso. -
- No te preocupes. Lo importante es que estás aquí conmigo en este instante. -
Lo que a él siempre le intrigo de Catalina, era su forma de vestir, permanentemente llevaba trajes manga largas, estuvo muchas veces tentado a preguntarle. Pero hoy se daría respuesta a su incógnita.
Dejaron las copas en la mesita de noche. Y se dirigieron a la cama, abrazándose y besándose ardiente mente, él bajaba lentamente su vestido mientras acariciaba delicada mente uno de sus senos, en medio del gozo y del placer, consumidos en la llama ardiente del amor, no notó las cicatrices de sus brazos.
Quedándose dormido por un instante, rendido por la ardua labor.
Despertando con asombro y ve como Catalina corta uno de sus brazos, la sangre manaba profusamente y teñía de rojo la sábana.
Veía como su compañera gozaba de placer, infringiéndose cortes en su piel.
E hizo que Jorge se le herviera la sangre, como si se despertara en él, el instinto salvaje que todos llevamos, flagelándola brutalmente,en tanto ella se arrastraba por el suelo, haciéndola beber sus excrementos, gimiendo de gozo y de placer, mientras disfrutaba de aquella escena, logro un orgasmo que lo estremeció, por el simple hecho de haber realizado aquel acto sádico y repunnante.

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