En las tinieblas de la noche se escuchaban los alaridos de los espíritus malignos y demonios que vagaban por todos los confines de la tierra en busca de las almas perversas para someterlas a sus designios, engrosando así las filas de la legión del mal, obligándolos a cometer los crímenes más crueles, atroces y repugnantes.
En la ciudad del Vaticano. El padre Damian conocía la profecía referida a la venida de anticristo contenida en ese viejo libro que se encontraba en el sótano de palacio,en sus páginas amarillas casi destruidas por el tiempo, rezaba lo siguiente: La llegada del Papa número doscientos sesenta y siete será negro y el siguiente Pontífice será el anticristo, que gobernará la iglesia católica desde la ciudad eterna para causar estragos y males a la humanidad.
El sabía que al morir el Papa la profecía se cumpliría y la única forma de detenerla era sustituirlo por otra persona con idénticos rasgos físicos, que cumpliera todos sus deberes pastorales como cabeza de la Iglesia Católica sin levantar ninguna sospecha.
De lo contrario el mundo quedaría al merced de lucifer. Lo único que perseguía era darle tiempo a la humanidad para que se arrepintieran de todos sus pecados y así ascendieran al reino de los cielos para tener vida eterna.
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