En el año de 1.870, en una región de los andes peruanos, específicamente en la localidad de Oroya, existía una rara enfermedad que venía diezmando a la población andina. Los nativos de esa comarca la denominaban "verruga del Perú", pues ésta se manifestaba en forma de una erupción verrugosa sangrante de aspecto variable acompañada de estado febril intermitente.
A consecuencia de la gran cantidad de muertes y del número aun mayor de personas lisiadas, se nombró en Lima una delegación para investigar las verdaderas causas de esta enfermedad y así delinear un tratamiento eficaz.
Pero fue en 1.885 cuando Daniel Alcidez Carrión estudiante de la facultad de medicina de San Fernando de Lima, junto con sus compañeros de estudio, realizaron una serie de experiencias. Persuadiendo a uno de ellos logro que éste le inoculara en la piel un líquido sanguino purulento proveniente de una erupción verrugosa.
Al cabo de varios días observó detenidamente la evolución clínica de la enfermedad, el período de incubación, los síntomas y signos.
Llegando a la conclusión que el agente causal de la fiebre de Oroya y la verruga peruana eran el mismo, pues se pensaba que ambos padecimientos eran de etiología diferente.
Gracias al sacrificio de este insigne estudiante se salvan hoy cientos de vidas.
Daniel Alcidez Carrión, en plena flor de la vida murió como un mártir en pro del avance de la ciencia médica, digno ejemplo de valentía y abnegación por sus semejantes.
A consecuencia de la gran cantidad de muertes y del número aun mayor de personas lisiadas, se nombró en Lima una delegación para investigar las verdaderas causas de esta enfermedad y así delinear un tratamiento eficaz.
Pero fue en 1.885 cuando Daniel Alcidez Carrión estudiante de la facultad de medicina de San Fernando de Lima, junto con sus compañeros de estudio, realizaron una serie de experiencias. Persuadiendo a uno de ellos logro que éste le inoculara en la piel un líquido sanguino purulento proveniente de una erupción verrugosa.
Al cabo de varios días observó detenidamente la evolución clínica de la enfermedad, el período de incubación, los síntomas y signos.
Llegando a la conclusión que el agente causal de la fiebre de Oroya y la verruga peruana eran el mismo, pues se pensaba que ambos padecimientos eran de etiología diferente.
Gracias al sacrificio de este insigne estudiante se salvan hoy cientos de vidas.
Daniel Alcidez Carrión, en plena flor de la vida murió como un mártir en pro del avance de la ciencia médica, digno ejemplo de valentía y abnegación por sus semejantes.
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